[Comentario del Editor]
El clima social actual se está endureciendo, con consecuencias negativas para el colectivo LGBT+. La visibilidad de la comunidad es cada vez más cuestionada. La narrativa desarrollada por la derecha conservadora va más allá de la comúnmente aceptada “¿¿tiene que ser todo tan a la cara?” homofóbica. En su resistencia a la emancipación LGBT+, los conservadores han señalado a la víctima final: los niños.
El razonamiento, perfeccionado en Estados Unidos, consiste en lo siguiente: la élite progresista (siéntete libre de usar la palabra 'liberal') está intentando adoctrinar a los niños a través de la educación sobre orientación sexual e identidad de género y así hacerlos dudar de sí mismos. Por ello, se debe utilizar todo tipo de legislación y presión social para negar a los niños el acceso a todo lo relacionado con LGBT+.
Es una táctica muy utilizada en el encuadre mediático: hay una víctima (niños), que está siendo amenazada por un villano (la élite progresista). En este cuento, la derecha conservadora es el héroe. Como un caballero, luchan contra el dragón progresista LGBT+. Además, es difícil argumentar en contra porque ¿quién está en contra de proteger a “nuestros hijos”? Y así el truco se repite continuamente. Las drag queens harían que los niños dudaran de su propia identidad, por lo que el acceso a las drag queens ha de ser restringido a personas que tengan más de 18 años. Los niños se ven supuestamente obligados a cuestionar su género y no se les ha de permitir hacer su transición hasta que sean adultos. ¿Un libro para niños sobre padres homosexuales? También se ha de proteger a los niños de esto porque “todavía no están pensando en esas cosas”.
De esta forma, políticos y líderes de opinión afirman que no son homosexuales ni transfóbicos: no están en contra del colectivo LGBT+, sino a favor de la protección de los niños, otro clásico del encuadre. Véase también el debate sobre el aborto: eres provida, no antiaborto.
Si bien puede sonar razonable, “dejar que los niños sean niños” también ataca indirectamente los logros de la comunidad LGBT+. No se olvide que la información en el aula es algo por lo que se ha luchado durante mucho tiempo, por ejemplo, con el fin de crear un entorno seguro para los estudiantes LGBT+. Y no es casualidad que el foco se dirija a las drag queens. Son uno de los símbolos más visibles de la emancipación LGBT+. El hecho de que algunas leyes en EE.UU. las equiparen con strippers y bailarines exóticos restringe la libertad de expresión de la comunidad.
Anita Bryant
La suposición de que los niños deben ser vistos como víctimas de la emancipación LGBT+ no es nada nuevo. A fines de la década de 1970, la comunidad gay ya se veía como una amenaza para los niños. La ex Miss Oklahoma y cantante Anita Bryant inició una campaña llamada "Save Our Children" (“Salva a Nuestros Hijos”) en 1977. En su campaña, sugirió que los homosexuales tenían la intención de "reclutar" a niños ya que ellos no podían tener hijos propios. Su retórica provocó tanta ira dentro de la comunidad gay que un activista le arrojó un pastel en la cara durante una conferencia de prensa.
Desafortunado regreso
La retórica de Bryant está regresando al debate estos días. Mismamente, esta línea de pensamiento se usó el año pasado en el estado estadounidense de Florida en la infame ley “No Digas Gay”. La ley establece que una escuela "no puede fomentar la discusión en clase sobre orientación sexual o identidad de género (...) de una manera que no sea apropiada para la edad o el desarrollo de los estudiantes". En los EE. UU., hoy en día, se usa a menudo la palabra "grooming", que vincula implícitamente a los homosexuales con la pedofilia y el acoso sexual.
Esta retórica ha cruzado ahora el océano. Recientemente, una lectura de tarde para niños hecha por una drag queen en Bélgica fue interrumpida por jóvenes de extrema derecha con carteles como “la ideología de género es pedofilia”. La palabra "grooming" fue utilizada por ellos, tomada directamente del discurso estadounidense. En los Países Bajos, un partido de extrema derecha pide que se prohíban las celebraciones del Orgullo Gay y las actuaciones de drag queen para menores. En la ciudad francesa de Toulouse, una lectura de tarde para niños hecha por una drag queen fue restringida para mayores de 18 años tras la presión de organizaciones de derecha. En España, una diputada habló del "aumento alarmante de casos de homosexualidad y transexualidad" que, según ella, son fruto del "adoctrinamiento del gobierno".
¿Qué debemos hacer al respecto?
Y así, el debate estadounidense permea a la sociedad Europa occidental. El intento de socavar los cimientos de la emancipación LGBT+ con esta retórica ha de tomarse en serio. La cultura en nuestra comunidad puede haberse formado tras ventanas ocultas y puertas de entrada anónimas, pero nos hemos hecho un lugar en la sociedad, y es nuestro derecho mantenerlo. Describir a la comunidad LGBT+ como algo con lo que los niños no deberían tener que lidiar es una versión disfrazada de: “vuelve a tus bares escondidos”. La derecha conservadora sabe que esto sería ir demasiado lejos en la sociedad actual, lo que convierte al argumento de "proteger a los niños" en una bonita fachada para ocultar su retórica anti LGBT+.
Y, sin embargo, esta retórica puede dañar a la comunidad. Ver al colectivo LGBT+ como adoctrinante de los niños puede provocar hostilidad. Hacer las actividades LGBT+ para mayores de 18 años afecta drásticamente a nuestra visibilidad.
¿Deberíamos, como medio, informar sobre este tipo de ruido? Al hacerlo, ¿no estamos dando alas a esta retórica? Es importante seguir llamando la atención sobre estos desarrollos, ya que representan una amenaza para nuestra comunidad. Debemos ser conscientes de ello y no ignorarlo. Al mismo tiempo, también es importante ofrecer un contrapunto. Por lo tanto, los artículos que contengan este tipo de razonamiento incluirán un párrafo adicional sobre el contexto y sentimientos subyacentes. OUTtv intenta abordar todas las noticias sobre la comunidad LGBT+ de la manera más independiente posible, pero como medio LGBT+ trazamos una línea en la retórica que socava nuestra posición social.
Debemos apreciar y defender la visibilidad de nuestra comunidad, incluso con los niños. La visibilidad no es una "imposición", no es "adoctrinamiento" y ciertamente no es "acoso a menores". La visibilidad es nuestro derecho.