Ya ha habido varios precedentes. El año pasado, el terapeuta Norman Goldwasser, de Florida, acaparó titulares con su intento de conocer a otros hombres en la red usando el apodo «Hotnhairy72». Este año, el terapeuta de conversión David Matheson, de religión mormona, se declaró homosexual. Ahora Game añade su nombre a la lista. En su entrada de Facebook no solo declaró que es gay, sino que le gustaría escribir un libro sobre los daños que pueden provocar las terapias que practicaba.

A Samuel Brinton, un superviviente de las terapias de conversión, no le sorprende demasiado que Game haya salido del armario.  «Les sigo la pista a cientos de terapeutas, y lo único que espero es que recapaciten y reconozcan todo el daño que han causado». Afirma además que estas terapias son fraudulentas: «No solo hacen daño a los jóvenes, es que además roban a padres bienintencionados que, intentando salvar a sus hijos, lo que consiguen es perjudicarlos».

Brinton colabora con la organización Trevor Project, que intenta conseguir que se ilegalice la práctica de estas terapias en Estados Unidos. En uno de sus informes, Trevor Project afirma que el cinco por ciento de los jóvenes LGBT+ del país ha pasado por un tratamiento de conversión. De acuerdo con el informe, estos jóvenes tienen el doble de posibilidades de cometer suicidio que aquellos que no han sido sometidos a este tipo de terapia, que ya es ilegal en dieciocho estados.