El informe ordena la identificación y baja de los soldados transgénero en un plazo de 60 días. Afirma que el servicio militar requiere de "altos estándares de preparación, cohesión, honestidad, humildad, uniformidad e integridad, así como la capacidad de ser letal", criterios que, según el Pentágono, son incompatibles con la disforia de género.

Las exenciones a esta regla se concederán solo en casos de "interés gubernamental imperioso" relacionado con las capacidades de combate. Para que la exención sea aplicable, los militares deben demostrar además 36 meses consecutivos de estabilidad en su sexo asignado sin experimentar "angustia clínicamente significativa".

Esta política ya ha sido denunciada ante los tribunales por grupos de defensa LGTBQ+, que argumentan que viola la cláusula de protección igualitaria de la Quinta Enmienda. El Centro Nacional para los Derechos de las Lesbianas lo calificó como una "purga completa" de personas transgénero del servicio militar. Una encuesta reciente de Gallup afirma que el 58% de los estadounidenses apoyan que las personas transgénero sirvan en el ejército, si bien la cifra ha disminuido desde 2019, cuando el apoyo era del 71%.

A pesar de la prohibición, el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, declaró recientemente que el personal transgénero ya en el ejército será "tratado con dignidad y respeto". Hay varias estimaciones que sugieren que miles de personas transgénero sirven actualmente en el ejército, aunque los números exactos siguen siendo inciertos.