Quien mire por la ventana de este bar, situado en el centro de Ámsterdam, no encontrará muebles económicos escandinavos. El cambio de nombre es un acto simbólico: Steven Koudijs, el propietario, necesita con urgencia un subsidio público. No puede optar a las ayudas que reciben otros pequeños negocios de la hostelería para cubrir los gastos fijos, ya que Koudijs se hizo cargo del bar a principios de 2020. Para llamar la atención, decidió cambiar el emblema del bar por el archiconocido logotipo amarillo y azul de IKEA.
Los comercios continúan abiertos en los Países Bajos, mientras que bares y restaurantes llevan cerrados desde el 13 de octubre. Para Koudijs, esto significa ingresos nulos durante más de dos meses, lo que le ha llevado a compartir con los medios su frustración por la política gubernamental. Espera conseguir que el gobierno se dé cuenta de que hay muchos negocios que, al igual que el suyo, se encuentran al borde del abismo.
«Este bar ha sido un icono libertario durante 42 años. Todo el mundo era bienvenido. El Spijkerbar es un lugar único por su largo historial de alegría y libertad. Me hice cargo del bar para asegurarme de que no desapareciera un lugar de tanto valor», ha declarado el dueño al diario Algemeen Dagblad.
Si nada cambia, Koudijs se teme que el bar cierre para siempre. «Entonces vendrá Nutella o cualquier otra cadena a ocupar nuestro lugar».