Rémy Bonny, investigador belga en el ámbito LGBT: «Tenemos que pelear aún más duro por la igualdad de derechos»

El sentimiento anti-LGBT parece estar cada vez más presente en el este de Europa. Las personas homosexuales, bisexuales y transgénero se encuentran en el centro de la batalla política en países como Hungría o Polonia. Los políticos conservadores apelan a los «valores familiares» en sus campañas, siguiendo el camino que marcó Rusia hace unos años con su famosa ley contra la propaganda gay. El investigador belga Rémy Bonny, que estudia los derechos LGBT en el este de Europa, señala en un estudio publicado recientemente los estrechos vínculos entre Rusia y Hungría. OUTtv ha hablado con él sobre este estudio, que también ha tenido consecuencias en su vida personal.
Twitter Icon Facebook Icon Compartir este artículo

Verona se convirtió a principios de este año en el epicentro del movimiento mundial anti-LGBT. En la ciudad italiana, escenario de la obra de Shakespeare Romeo y Julieta, tuvo lugar el Congreso Mundial de Familias, un encuentro anual cuyo objetivo es «reunir y formar líderes, organizaciones y familias para afirmar, celebrar y defender la familia natural como la base única, fundamental y sostenible de nuestra sociedad». Sin embargo, sus críticos lo califican como una manifestación anti-LGBT encubierta. «Al congreso asistieron numerosos  líderes mundiales, desde políticos ugandeses que apoyan la pena de muerte para los homosexuales hasta el vicepresidente del gobierno italiano», explica Bonny a OUTtv.

Su investigación lo llevó a presentarse en la conferencia, haciéndose pasar por uno de los periodistas que cubrían el acontecimiento. La organización no le permitió entrar al congreso y le dejó claro que no era bienvenido. Pese a todo consiguió colarse en el recinto, pero su presencia no pasó inadvertida. «No llevaba ni cinco minutos dentro cuando un responsable de prensa me vio y llamó inmediatamente a seguridad». Según sus propias palabras, fue expulsado de malas maneras.

Bonny viajó a la ciudad italiana para investigar la relación entre las élites rusas y húngaras, y esa podría ser la razón por la que le fue denegado el acceso. En el encuentro, afirma el investigador, participa siempre un nutrido grupo de rusos vinculados a la oligarquía cercana al presidente Vladimir Putin. «Rusia culpa a las personas LGBT de la crisis demográfica, pero su animadversión también tiene razones políticas. Se trata de una batalla contra la democracia liberal. En los últimos veinte años, los mayores logros en el ámbito de las libertades son los derechos LGBT, por lo que minar estos derechos es una forma de luchar contra la democracia liberal».

 

Influencia rusa

«Cuando trabajaba como voluntario en Europa del Este me sugirieron que investigara la influencia rusa en los derechos LGBT», explica Bonny. Decidió hacerlo y se pasó seis meses en Budapest. Buscó información en internet y habló con expertos. «Hablé con muchos políticos, diplomáticos, miembros de los servicios de inteligencia y activistas. Algunos se sorprendieron mucho de mis descubrimientos».

De acuerdo con la investigación que ha publicado, el actual gobierno húngaro está vinculado a través de la ministra de exteriores, Katalin Novák, con miembros de las élites rusas. Uno de ellos es Igor Beloborodov, empleado de una  de las instituciones estratégicas rusas que supuestamente influyeron en el resultado de las últimas elecciones norteamericanas. De acuerdo con Foreign Policy, Beloborodov es el coautor de un artículo en el que se atribuye la epidemia de VIH al uso del preservativo. ¿Cuál es la solución, según Beloborodov? Tener una relación heterosexual con una pareja fiel. La investigación de Bonny señala que Beloborodov invitó a Novák al Foro Internacional por la Familia Numerosa y el Futuro de la Humanidad. En el estudio se detallan muchos vínculos similares entre Hungría y Rusia.

La hostilidad hacia la comunidad LGBT en Hungría es un fenómeno relativamente nuevo; de hecho, en 2009 se aprobó una ley que permite el matrimonio civil entre personas del mismo sexo.

 

Un punto sensible

Hay quien no pierde de vista el trabajo de Bonny. «Fui a la fiesta del Orgullo de Georgia, que lamentablemente no llegó a celebrarse. Allí había dos hombres de negro que seguían mis pasos constantemente. También han intentado jaquearme el correo electrónico». Bonny habla con sus fuentes a través de conexiones imposibles de rastrear. Incluso su trabajo sobre la conexión ruso-húngara fue bloqueado en internet durante media hora. «Te acabas acostumbrando», dice, «aunque al principio es frustrante. No tengo miedo de que me hagan daño, porque eso sería un escándalo mayúsculo, pero mis contactos sí están en peligro».

Bonny cree que aún queda mucho por investigar sobre la forma en que cooperan ciertos gobiernos para articular políticas anti-LGBT. «Soy consciente de que mi investigación ha tocado un punto sensible. Tengo curiosidad por conocer nuevos datos, porque las relaciones que señalo en la investigación no se intentan mantener en secreto. Así que esto es solo la punta del iceberg».

En su opinión, si un gobierno se opone activamente a la emancipación LGBT, la lucha de la comunidad por la igualdad de derechos debe ser diferente. «La situación es muy distinta a la de los Países Bajos y Bélgica en los años 2001 y 2003 [años en los que se legalizó el matrimonio homosexual en estos países]. En aquel momento, el foco de atención era la aceptación y la tolerancia, pero ahora se trata de algo más grande: de los valores democráticos. Hay que pelear con más fuerza. Si una gran empresa rusa como Gazprom se opone a la homosexualidad, entonces Facebook, Apple y Microsoft no deberían quedarse callados. Eso significa ir más allá de la simple participación en el Orgullo».

Bonny utiliza los datos de su investigación para concienciar a políticos y ONG de la existencia de grupos de presión anti-LGBT e intentar conseguir que, además de «Romeo y Julieta», se acepte «Romeo y Romeo» o «Julieta y Julieta».

Twitter Icon Facebook Icon Compartir este artículo

Artículo recomendado