Cuando comenzó el brote en Wuhan, el pastor estadounidense Rick Wiles lo identificó de inmediato como un castigo de Dios. Los culpables, entre otros, eran los niños transgénero. El pastor predijo que sería una gran plaga global. Aunque acertó en esto último, los virólogos no creen que sean esas «personas despreciables y viles» (que viven entre nosotros, según el pastor) los causantes de la epidemia global. «No hay más que ver las violaciones, la inmoralidad sexual y la basura que muestran el cine y la televisión», dijo el pastor para dar «solidez» a sus opiniones. Obviamente, todavía no se ha podido demostrar si cancelar la emisión de «basura» ayuda a prevenir la expansión del virus.

El rabino israelí Meir Mazu ve las mismas razones en el origen del brote. Todas las marchas del Orgullo son, según él, antinaturales. «Son desfiles contra natura y, si vas contra la naturaleza, el creador de la naturaleza irá contra ti». Los países árabes, ha dicho, no sufren la epidemia con la misma intensidad debido a que hay muchos menos eventos del Orgullo. Según él, Irán sí está sufriendo este brote debido a su actitud antisraelí.

Volviendo a los Estados Unidos, el pastor conservador Steven Andrew ha bautizado el mes de marzo como el «Mes del Pecado LGBT», en relación con el coronavirus. «El amor de Dios nos anuncia que es urgente arrepentirse, porque la Biblia nos enseña que los homosexuales pierden sus almas y Dios destruye las sociedades LGBT». Según Andrew, Dios mismo protegerá a Estados Unidos de enfermedades como el COVID-19. Sin embargo, las autoridades sanitarias subrayan que lavarse las manos y limitar el contacto social son las formas más efectivas de luchar contra el virus, y eso es aplicable por igual a las personas LGBT+ y al resto de la población.