Los cosacos, una tradicional comunidad militar rusa, detuvieron a un estudiante solo por su ropa. «¿Por qué vas vestido así? ¿Eres uno de ellos?», le preguntaron al joven de 19 años Alexander Zinovjev. Cuando él les pidió que le aclararan el porqué de la pregunta, los uniformados le respondieron: «Estamos comprobando si los ciudadanos hacen propaganda gay». En la ciudad se identificaron en total unos 50 cosacos, unos con uniforme y otros vestidos de civiles.
La Semana del Orgullo acababa de comenzar pero, a causa de la famosa ley promulgada en 2013, la «propaganda LGBT+» está prohibida. De ahí que el Orgullo de Ekaterimburgo, en principio pensado como un festival de una semana de duración, tuviera que cancelarse. La fiscalía había advertido a los organizadores de que tenían que cumplir la ley escrupulosamente; de no hacerlo, podrían ser detenidos e incluso deportados.
Personas contrarias a la «mentalidad LGBT+» organizaron en la ciudad la «Semana de los Valores Tradicionales», una celebración que contó con el apoyo del alcalde.