Amy Coney Barrett, una «amenaza» para los derechos LGBT+ en Estados Unidos

Tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg (RBG), miembro del Tribunal Supremos de Estados Unidos, el presidente Donald Trump quiere nombrar como sustituta a una jueza conservadora. El legado de la progresista RBG podría desaparecer como la nieve al sol. Amy Coney Barrett, la nueva «princesa» de la derecha conservadora, despierta recelos en la comunidad LGBT+ debido a sus ideas sobre el matrimonio igualitario y los derechos de las personas transgénero
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Trump presentó a su candidata para la vacante del Tribunal Supremo como una mujer «brillante y con talento», y alabó su «lealtad a la constitución». Eso es precisamente lo que inquieta a la comunidad LGBT+: Coney Barrett es una católica que interpreta la constitución de manera muy conservadora, es decir, tal y como se escribió en su día. En cambio, RBG hacía interpretaciones más acordes con el signo de los tiempos. 

Mientras que RBG abogaba por el derecho al aborto, el matrimonio homosexual y los derechos de las personas transgénero, Coney Barrett está en el extremo opuesto. Por ejemplo, como miembro del Tribunal de Apelación de Chicago, dio el visto bueno a la legislación que obligaba a enterrar o cremar el feto tras la práctica de un aborto.

El conservadurismo de la candidata de Trump puede tener consecuencias importantes para la comunidad LGBT+, que suele recurrir al Tribunal Supremo en asuntos relacionados con la justicia y la igualdad de derechos, especialmente en los estados más conservadores. De hecho, fue este tribunal, y no el parlamento, el que legalizó el matrimonio igualitario a nivel nacional. El derecho a la no discriminación en el trabajo por cuestiones de identidad de género también se basa en una reciente decisión judicial.

La candidata declaró en su día que no compartía la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio gay. En su opinión, la decisión debería tomarse en cada estado, lo cual, en la práctica, significaría que el matrimonio no tendría validez en todo el territorio de los Estados Unidos.

También es conocida su opinión sobre los derechos de las personas transgénero. En cierta ocasión se refirió a las mujeres transgénero como «hombres en lo físico que se identifican como mujeres». En cuanto a la ley contra la discriminación por género, cree que no debe aplicarse a los niños transgénero, ya que el texto legal no los menciona expresamente.

Por todo ello, la organización Human Rights Campaign (HRC), uno de los mayores defensores de los derechos LGBT+ a nivel nacional, considera que Coney Barrett es «una amenaza» para la comunidad. «El presidente, con sus cambios en la judicatura, busca revertir derechos que costó mucho esfuerzo conseguir», afirma HRC en respuesta a la candidatura de la jueza conservadora, refiriéndose a derechos LGBT+ y reproductivos, pero también al derecho al voto. «Si [Coney Barrett] es elegida, revocará todo aquello por lo que Ruth Bader Ginsburg luchó durante su carrera».

En caso de que finalmente se produzca el nombramiento, Coney Barrett tendrá que demostrar de inmediato cuál es su actitud hacia los derechos LGBT+. Al día siguiente de las elecciones tendrá que dirimir si la ciudad de Filadelfia puede rechazar o no a un centro católico de acogida que se niega a trabajar con parejas del mismo sexo.

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